jueves, septiembre 03, 2009

las estancias de Asterión

basta una dosis tímida de alcohol
—o de distracción—
para que cualquier edificio
provisto de escaleras
y corredores resulte un laberinto.
JLB

Con el sugerente título "No me sigas, estoy perdido", El País informa de El laberinto. Historia y mito, un libro recién publicado, del arqueólogo Marcos Méndez Filesi, un "hilo de Ariadna […] para no perderse por los mejores laberintos del planeta". Se dice que "atendiendo al tipo de recorrido, el autor del libro distingue dos tipos: los clásicos, con una única vía sin encrucijadas que es necesario recorrer en su totalidad para llegar al centro, y los mazes o perdederos, con múltiples caminos alternativos que pueden conducir al exterior o a un callejón sin salida".

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