jueves, mayo 21, 2009

Eros según Barthes

No conocía a este Barthes, más lúdico, poético, tan cercano, aunque había visto citado su libro (publicado en francés en 1977) en tratados sobre erotismo. Se trata de Fragmentos de un discurso amoroso (Siglo XXI, México, 1996). Como siempre, interesante... y más: no tiene desperdicio.
Me lo apropio. Comparto y espero comentarios:

***
"El lenguaje es una piel: yo froto mi lenguaje contra el otro. Es como si tuviera palabras a guisa de dedos, o dedos en la punta de mis palabras. Mi lenguaje tiembla de deseo..."

***
"Querer escribir el amor es afrontar el embrollo del lenguaje: esa región de enloquecimiento donde el lenguaje es a la vez demasiado y demasiado poco, excesivo (por la expansión ilimitada del yo, por la sumersión emotiva)..."

"Saber que no se escribe para el otro, saber que esas cosas que voy a escribir no me harán amar por quien amo, saber que la escritura no compensa nada, no sublima nada, que es precisamente ahí donde no estás: tal es el comienzo de la escritura".

***
"Todo lo que es anacrónico es obsceno. Del pasado no soportamos más que la ruina, el monumento, el kitsch o el retro, que es divertido; reducimos ese pasado a su sola rúbrica. El sentimiento amoroso está pasado de moda (demodé), pero ese demodé no puede siquiera ser recuperado como espectáculo: el amor cae fuera del tiempo interesante; ningún sentido histórico, polémico, puede serle conferido; es en esto que es obsceno".

"En la vida amorosa, la trama de los incidentes es de una increíble futilidad, y esta futilidad, unida a la mayor formalidad, es sin duda inconveniente. Cuando imagino seriamente suicidarme por una llamada telefónica que no llega, se produce una obscenidad tan grande como cuando, en Sade, el papa sodomiza a un pavo".
***
"La angustia de la espera no es continuamente violenta; tiene sus momentos apagados; espero y todo el entorno de mi espera está aquejado de irrealidad: en el café, miro a los demás que entran, charlan, bromean, leen tranquilamente: ellos, no esperan".

"La espera es un encantamiento: recibí la orden de no moverme. La espera de una llamada telefónica se teje así de interdicciones minúsculas, al infinito, hasta lo inconfesable: me privo de salir de la pieza, de ir al lavabo, de hablar por teléfono incluso; sufro si me telefonean; me enloquece pensar que a tal hora cercana será necesario que yo salga, arriesgándome así a perder el llamado. Todas estas diversiones que me solicitan serían momentos perdidos para la espera, impurezas de la angustia. Puesto que la angustia de la espera, en su pureza, quiere que yo me quede sentado en un sillón al alcance del teléfono, sin hacer nada. El ser que espero no es real. El otro viene allí donde yo lo espero, allí donde yo lo he creado ya. Y si no viene lo alucino: la espera es un delirio".

***
"Me aprisiono a mi mismo en un chantaje: si amo al otro, estoy obligado a querer su bien; pero no puedo entonces más que hacerme mal; trampa: estoy condenado a ser un santo o un monstruo: santo no puedo, monstruo no quiero; por consiguiente tergiverso: muestro un poco de mi pasión".

***
"Con mi lenguaje puedo hacerlo todo; incluso y sobre todo no decir nada. Puedo hacerlo todo con mi lenguaje, pero no con mi cuerpo. […] Mi cuerpo es un niño encaprichado, mi lenguaje es un adulto muy civilizado..."

No hay comentarios.:

Publicar un comentario