viernes, septiembre 29, 2006

Matrix y las revoluciones


(publicada originalmente en 2005)

La película Matrix Revoluciones (The Matrix Revolutions, USA, 2003) ha generado un sinnúmero de comentarios a favor y en contra. Hay quienes la ven como obra maestra (hasta cuatro veces han ido a verla) y otros como la desafortunada conclusión de una trilogía que debió quedarse en la primera parte y no continuarla sólo por su éxito comercial, cuando no había las bases para seguir una trama coherente (en sí misma, como debe ser en toda obra de creación).

Toda revolución trae consigo consecuencias negativas y positivas. El diccionario de la Real Academia define revolución como cambio violento en las instituciones políticas, económicas o sociales de una nación. En los discursos del México moderno hemos oído que la revolución sigue viva, en marcha, y que no acabó con su institucionalización. Un cambio violento que se sigue revolucionando para, eso se dice, estar cada vez mejor.

Cada quien lee la historia como quiere. El villano para algunos puede ser el héroe para otros, y un logro pregonado por un sector puede ser un retroceso para otros, por eso tanta mentada de madre por correo electrónico y hasta en persona, o mohines, o miradas de la Doña en sus buenos tiempos. Los nuevos historiadores han cambiado las ideas que se tuvieron durante mucho tiempo y se han reducido un poco las polaridades con que apreciábamos a los personajes de que nos hablan los libros de primaria y secundaria. Hemos aprendido a ver con ojos críticos, a dudar, de lo que se nos dice es la realidad.

La tercera parte de Matrix, industria y universo creados por los hermanos Andy y Larry Wachowski para cine, video, internet y hasta historieta, es la culminación de una narración que parte de la idea de cuestionar la realidad. La primera Matrix, una ingeniosa actualización de Alicia en el País de las Maravillas, nos hizo pensar y combinó conceptos de diversos campos y creencias que hicieron pensar en genialidad de los directores. Hubo opiniones, interpretaciones y hasta tesis desde muchas áreas del conocimiento: electrónica, filosofía, religión, matemáticas, teoría de la imagen, numerología, etc. El éxito provocó la secuela y ya inmersos en Hollywood los Wachowsky se alistaron para la segunda y tercera partes.

La segunda parte, Matrix Reloaded, decepcionó a gran parte de los admiradores de la original, por abandonar muchos de sus preceptos y centrarse en los efectos especiales. Igual que el Episodio I de Star Wars. Regresaron Neo (Keanu Reeves), Morpheus (Laurence Fishburne), el agente Smith (Hugo Weaving) y Trinity (Carrie-Ann Moss), pero todo se centró en la multiplicación de los Smith independizados y la persecución en la autopista.

La tercera parte (que se anuncia como “todo principio tiene un final”) es no la revolución tan anunciada sino, como se dice en México, “una transición negociada”: Neo, el supuesto Mesías, negocia con las máquinas la paz para que ellas se libren del peligro externo (Smith) y los humanos puedan vivir tranquilos, sea en la Matrix o en el mundo real “lo que sea posible”.

En un país católico y acostumbrado al (en alguna parte lo leí, pero no recuerdo la fuente) “mesianismo sexenal”, y ahora con el krauzismo del Mesias Tropical, la idea de Matrix prendió con todo esplendor. Hubo lecturas y contralecturas desde las más coherentes hasta las más locas. La idea de hombres contra máquinas proviene de la lucha contra un sistema establecido, sea cual sea el estilo político de éste. Los héroes luchan contra una realidad que les es ajena, porque intuyen que hay algo mejor. En el caso de Matrix no es mejor, pero tampoco lo es la realidad que logran algunas revoluciones. Las instituciones (es decir, las máquinas) siguen allí afuera y algunos pueden soñar con otra cosa pero ya no hay marcha atrás. Desgraciadamente.

Matrix Revoluciones no se centra ya en el mesías, sino en otros personajes que si bien no son los elegidos sí tienen que ver con el logro de los propósitos de paz. Casi todos coinciden en que es mejor que la segunda pero no más que la primera. Todo mesías debe morir para dar vida, y así pasa con Neo. Sobreviven los que construyen la realidad, los que están detrás de la lucha, instigando a los personajes a actuar de una u otra forma.

Todo es cíclico. Parecido pero no igual. Cualquier semejanza con “la realidad” no es mera coincidencia, y que sigan las discusiones.

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