jueves, noviembre 21, 2024

Poesía y soledades - Pîedad Bonnett

Fragmento del discurso de la autora colombiana en la ceremonia en que recibió el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2024:

«Vivimos en una época de enorme soledad interior. Una época rendida a la productividad, al ruido, al consumo, a la hiper conectividad, a la falsa idea de que podemos controlarlo todo. La sociedad está produciendo jóvenes que tienen miedo del amor y del compromiso, que eligen pareja a través de aplicaciones que les aseguran que de esa manera no corren riesgo de equivocarse; jóvenes que permanecen días y semanas encerrados en sus habitaciones, perdidos en los laberintos virtuales; que tienen miedo de la mirada del otro; que, abrumados por una sociedad que obliga a la competencia y desprecia a los más débiles, expresan la ira que les produce la exclusión llevando a cabo masacres colectivas que incluyen su propia muerte, como una forma de redimirse de su supuesta nulidad y de hacer parte, por unos minutos, de la sociedad del espectáculo; jóvenes que sufren de eco-ansiedad al ver que los grandes poderes económicos y políticos persisten en la destrucción del medio ambiente que amenaza a la especie; y cuya débil protesta contra estos poderes es rápidamente ahogada por la amenaza de las instituciones o por la dispersión a que los condena la cultura en que están inmersos.

»En un mundo en que la solidaridad social está siendo destruida por el espíritu de la competencia y la pauperización de la vida en aras del rendimiento, la poesía señala esas y otras soledades. La de los ancianos recluidos en las celdas asépticas de los geriátricos para liberarse de su peso; la de los migrantes que atraviesan mares y desiertos buscando una vida digna, y se encuentran con el muro de la discriminación y el aislamiento; la de las mujeres condenadas al encierro, a las que se les prohíbe el conocimiento, la palabra pública y hasta el canto. La poesía no puede cambiar el mundo, pero sí ampliar los límites de nuestra sensibilidad y de nuestra conciencia. Algo que no pueden hacer las máquinas, que son ya capaces de reemplazar la inteligencia humana, pero no la percepción ética de nosotros mismos y de nuestras acciones.

»Pero podemos ir más lejos: porque tiene el poder de otorgarnos belleza, aunque se ocupe de la fealdad; porque de una forma humilde, en tiempos de soberbia, nos permite conocer lo que no sabíamos que ya sabíamos; porque nos devuelve a la vitalidad del habla, asfixiada a diario por el lenguaje inflexible de la técnica; porque nos puede mover a la compasión; porque desmitifica, y se vale de la ironía para develar las fisuras de nuestras realidades; porque nos conecta emocionalmente con lo más hondo de la lengua materna, la poesía nos hace más llevadera la inconmensurable soledad del ser.»

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