El acto gratuito es lo opuesto a la lucha por la vida y en la vida. Es lo opuesto a nuestra carrera por el dinero, por el trabajo, por el amor, por los placeres, por los taxis y autobuses, en definitiva por toda nuestra vida diaria, que se paga, es decir tiene su precio.
Una tarde, con el cielo puramente azul y pequeñas nubes blanquísimas, mientras escribía a máquina, sucedió algo en mí. Era un profundo cansancio de la lucha. Y comprendí que estaba sedienta. Una sed de libertad me despertaba. Yo estaba exhausta de vivir en un apartamento. Estaba exhausta de extraer ideas de mi misma. Estaba exhausta del ruido de la máquina de escribir. Entonces apareció la sed extraña y profunda. Necesitaba —necesitaba urgentemente— un acto de libertad: un acto que existiese solo en sí mismo. Un acto que manifestase fuera de mí lo que secretamente soy. Y necesitaba un acto por el que no tuviese que pagar. No digo pagar con dinero sino, de una manera más amplia, pagar el alto precio que cuesta vivir.
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