Cada uno trae consigo sus ofrendas
brotes de otros jardines
que visitaste
en momentos recientes o remotos.
Vienen con sus palabras
huellas de luz
en la penumbra de sus pensamientos.
Cargan en su canasta gestos, signos
heridas sociales y amores abatidos:
la soledad humeante
que saboreamos sin notarlo
en el café.
Porque aún somos aves
nos hemos agrupado en ramilletes.
De pronto el viento
nos inclina, nos bate y adormece.
Luego nos desplazamos
buscando cicatrices
para asirnos un rato
a esas historias que nos den
pertenencia a éste u otro mundo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario