Hay que decirlo sin decirlo: de la rama de la Jacaranda al piso el vuelo de la flor es nuestro secreto. Eso que si lo dices, nadie fuera de nosotros lo entiende.
La flor de la Jacaranda crece en racimo como ilusión de besarte pero cae una por una, como tus besos.
La flor de la Jacaranda es una copa sonriente, algo torcida, como un beso que se vuelve mordida.
La flor de la Jacaranda es como una mano que hace magia girando.
En su hechizo, al mirarla, nos alegra.
Cuando la jacaranda tiñe piso y cielo ella escribe en mi cuerpo dos palabras: plenitud fugitiva.
El barrendero me dice sonriente: son como pellizquitos que dejan a la calle amoratada. Y no presume de ser poeta.
La jacaranda fluye callada. Su esplendor dentro de nosotros no se detiene. Los autos rugientes bloquean la calle. Avanzan muy difícilmente. Así, en la misma esquina conviven dos realidades lejanas.
Cuando la jacaranda tiñe piso y cielo ella escribe en mi cuerpo dos palabras: plenitud fugitiva.
El barrendero me dice sonriente: son como pellizquitos que dejan a la calle amoratada. Y no presume de ser poeta.
La jacaranda fluye callada. Su esplendor dentro de nosotros no se detiene. Los autos rugientes bloquean la calle. Avanzan muy difícilmente. Así, en la misma esquina conviven dos realidades lejanas.
jacarandoso |
"Una versión posterior se encuentra en el libro Dicen las jacarandas, publicado por Ediciones ERA, en cuya página se puede comprar."
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