La pagina en blanco, cruel espejo
solo refleja lo que has sido.
Y. Seféris
Sabíamos que no podía acabar de otra manera
aun cuando lograran trastocarse los recuerdos
o sacudir con ambas manos el resto de la tarde.
Sería como vencer la sobriedad de aquellos días
sin permitirse nunca algún descuido,
requeriría restablecer la escena,
incidir sobre la llama
y hurgar en el vacío hasta sus últimos resquicios.
Y es que el silencio
se nos iba metiendo hasta los huesos,
no aquel silencio que resuelve su blanca desnudez
con el follaje verde de las cosas,
sino el que inopinadamente
nos va cayendo encima
untándose a nosotros como una masa pegajosa
maloliente
clandestina
monótona en su afán de fiel custodio.
Ya para entonces
uno se iba quedando sitiado tras la ausencia
enredado en sus verbos y en sus noches
malabareando delirios lapidados
en el mismo lugar,
justo donde otros tantos
apenas iban comenzando.
Fuente: El erotismo y sus juegos, Andrea Saldaña Rivera.
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