domingo, abril 12, 2020

Descenso a los infiernos

¿A qué hora resucitó Jesucristo? ¿Dónde estuvo mientras llegaba la hora? La tradición dice que bajó al inframundo. ¿Qué hizo ahí?

Tomás de Aquino dice que «bajó a cualquiera de los infiernos; pero no a todos por igual. Pues, al bajar al infierno de los condenados, su eficacia se tradujo en impugnarles por su incredulidad y por su malicia. En cambio, a los que estaban encerrados en el purgatorio les dio la esperanza de alcanzar la gloria. Y a los santos Patriarcas, que estaban encerrados en el infierno solamente por el pecado original, les infundió la luz de la gloria».

El descenso a lo que llamamos infierno —un mundo subterráneo y generalmente lleno de fuego, donde son castigadas las almas de quienes se portaron «mal» en vida— es un camino que casi todo héroe literario debe recorrer. Es una característica de la literatura épica y en sus productos posteriores, sean libros, series de televisión, historietas o películas, el infierno suele cambiar de nombre pero representa un enorme peligro para el protagonista.

Es el riesgo de perderse para siempre, el peligro de sucumbir a la tentación.

Así, el héroe más antiguo, Gilgamesh, bajó al inframundo a buscar una hierba con la que pudiera revivir a su amado Enkidu. Orfeo hizo lo propio para rescatar a Eurídice y con su lira encantó al Cancerbero, guardián de la entrada.

Odiseo bajó al Tártaro o Hades no para rescatar a alguien sino para buscar a Tiresias, quien en vida fue hombre y mujer, y adquirió el don de la profecía al quedarse ciego. Odiseo busca respuestas, pistas de cómo regresar a su hogar, a su vida antes de la guerra de Troya.

Orfeo no pudo llevar a cabo su cometido, pues no pudo cumplir la condición impuesta: no voltear a verla hasta que le diera totalmente la luz el sol. Ella se desvaneció y él ya no pudo regresar al Hades hasta que fue despedazado por las bacantes, muchos años después.

Todo por volver la mirada. Igual que en la Biblia la mujer de Lot, transformada en sal por voltear  ver su ciudad en llamas.

Salir no siempre se puede, por eso Dante leyó en la puerta: «Perded toda esperanza». El descenso no suele ser el final de la épica, a veces ni siquiera el clímax. Es, apenas, una prueba.

Parece obligatorio descender al infierno para encontrar respuestas. También, que para salir no debemos voltear, solo podemos mirar hacia adelante.

Colección Fomento Cultural Banamex

No hay comentarios.:

Publicar un comentario