viernes, marzo 06, 2020

Lecturas 1: Yourcenar



«Nos acordamos de nuestros sueños, pero no recordamos nuestro dormir. Tan sólo dos veces penetré en esos fondos, surcados por las corrientes, en donde nuestros sueños no son más que restos de un naufragio de realidades sumergidas. El otro día, borracha de felicidad como uno se emborracha de aire al final de una larga carrera, me eché en la cama a la manera del nadador que se lanza de espaldas, con los brazos en cruz: caí en un mar azul. Adosada al abismo como una nadadora que hace el muerto, sostenida por la bolsa de oxígeno de mis pulmones llenos de aire, emergí de aquel mar griego como una isla recién nacida. Esta noche, borracha de dolor, me dejo caer en la cama con los gestos de una ahogada que se abandona: cedo al sueño como a la asfixia. Las corrientes de recuerdos persisten a través del embrutecimiento nocturno, me arrastran hacia una especie de lago Asfaltita. No hay manera de hundirse en este agua saturada de sales, amarga como la secreción de los pájaros. Floto como la momia en su asfalto, con la aprensión de un despertar que será, todo lo más, un sobrevivir. El flujo y reflujo del sueño me hacen dar vueltas, a pesar mío, en esta playa de batista. A cada momento, mis rodillas tropiezan con tu recuerdo. El frío me despierta, como si me hubiera acostado con un muerto...»

Marguerite Yourcenar, Fuegos


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