martes, febrero 26, 2019

Un no más grande que el mundo - Alberto Blanco

Llevamos más de veinte semanas avanzando
—siempre penosamente, siempre a contracorriente—
en esta casa enmarañada donde giran los vientos
y los árboles se cruzan en todas direcciones.

La casa no parece tener principio ni fin
ni muros alrededor ni un secreto centro.
Tal vez no habrá nunca una puerta en esta casa.
Estamos dentro y una ventana abarca cuanto hay.

O tal vez salir sea como perder la partida
y por eso preferimos demorarnos en la casa
castigándonos por nuestros propios erores,
nuestros prolongados extravíos y nuestras culpas.

Pero no está en nosotros el tamaño del castigo
ni el imperio de la ley; ni siquiera el escarmiento.
Tampoco parece que la casa estuviera cerrada
a la luz del olvido, ni por fuera ni por dentro.

Y es que llevamos más de veinte siglos avanzando
lo mismo en el balcón que en el sótano y en la azotea,
sin haber podido recontar los restos del naufragio
y sinordenar nuestras exiguas pertenencias.

Pero si hemos de seguir dando vueltas
y girando alrededor de la misma prisión,
de la misma emboscada y del mismo asilo,
que sea soga en mano para acabar con el tiempo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario