martes, octubre 17, 2017

Richard Wilbur (1921-2017)

Malabarista

Una pelota rebotará; pero cada vez menos. No es
Una cosa alegre, resiente su propia resistencia.
La caída es lo que ama y cae la tierra
en nuestros corazones, desde la brillantez,
Se instala y se olvida.
Se necesita un malabarista azul cielo con cinco bolas rojas

Sacudir nuestra gravedad. Huy, en el aire
Las bolas giran, giran sobre sus manos giratorias,
Aprendiendo las formas de ligereza, alterando a las esferas
Pastorea la punta de sus dedos,
Se aferran allí a sus cursos,
Meciendo un pequeño cielo sobre sus oídos.

Pero un cielo es más fácil hecho de nada en absoluto
Que la tierra recobrada, y quieta y única por dentro
El giro de los mundos, con un gesto claro y noble.
Él rueda ese cielo adentro,
Aterriza de balón en balón,
Y lo cambia todo por una escoba, un plato, una mesa.

Oh, en su pata la mesa está girando, la escoba
Equilibra su nariz, y la placa gira
¡En la punta de la escoba! Maldita sea, qué espectáculo, lloramos:
Los muchachos patean y las chicas
Gritan y los golpes del tambor
Y todo baja, y él se inclina y dice adiós.

Si ahora el malabarista está cansado, si la escoba está parada
En el polvo de nuevo, si la mesa comienza a caer
A través de la oscuridad diaria de nuevo, y aunque el plato
Se encuentra en la parte superior de la mesa,
Para él, batimos nuestras palmas
Quien ganó por una vez el peso del mundo.

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