sábado, octubre 14, 2017

De los diarios de Jules Renard (1)

«23 de noviembre. No serás nada. Por más que hagas: no serás nada. Comprendes a los mejores poetas, a los prosistas más profundos, pero aunque digan que comprender es igualar, serás tan comparable a ellos como un ínfimo enano puede compararse con gigantes. Trabajas todos los días. Te tomas la vida en serio. Crees fervorosamente en tu arte. Eres moderado con la mujer. Pero no serás nada. No tienes que preocuparte por el dinero, no has de ganarte el pan de cada día. Eres libre, y el tiempo te pertenece. Solo tienes que querer. Pero te falta poder. No serás nada. Llora, grita, agárrate la cabeza con las dos manos, espera, desespera, reanuda la tarea, empuja la roca. No serás nada.

»17 de marzo. Estoy pasando un mal momento. Todos los libros me hastían. No hago nada. Me doy más cuenta que nunca de que no sirvo para nada. Siento que no llegaré a nada, y estas líneas que escribo me parecen pueriles, ridículas, e incluso, y sobre todo, absolutamente inútiles. ¿Cómo salir de esto? Tengo un recurso: la hipocresía. Me quedo horas encerrado y se creen que trabajo. Quizá me compadecen, algunos me admiran, y yo me aburro, y bostezo, con los ojos llenos de reflejos amarillos, los reflejos enfermizos de mi biblioteca. Tengo una mujer que es un ser fuerte y dulce, lleno de vida, un bebé digno de ganar un concurso, y ninguna energía para disfrutar de todo esto. Sé que este estado de ánimo no durará. Volveré a tener esperanzas, más coraje para esforzarme más. ¡Si por lo menos estas confesiones me ayudasen! ¡Si más adelante me convirtiese en un gran psicólogo, grande como Bourget! Pero no me creo lo bastante vivo. Moriré antes de tiempo, o me rendiré y me convertiré en un borracho de ensueños. Más valdría romper piedras, labrar campos...»

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