miércoles, mayo 24, 2017

Prestigio lingüístico - Violeta Vázquez-Rojas

«El prestigio asociado a una clase social se transfiere automáticamente a su manera de hablar. Y lo mismo sucede con el estigma. Hay grupos sociales privilegiados —eso nadie lo niega— y su manera de hablar es también privilegiada —eso pocos lo ven—: es un habla menos propensa a la burla y a la crítica, y se le considera estándar, neutral y transparente. En cambio, la cadencia, la pronunciación y el vocabulario de las clases sociales menos favorecidas se consideran “mala dicción” y se toman por un habla limitada, marcada e ininteligible. Decir [medesína], [májstro], [esperénsja] es “pronunciar mal”. Lo “correcto” —se dirá— es pronunciar [medisína], [maéstro], [eksperjénsja]. Pero la única diferencia entre unas formas y otras es la clase social de quienes las usan.

»La revelación que nos regala el estudio científico de la lengua es esta: no hay ninguna razón lingüística o cognitiva para juzgar que una de las maneras de hablar es mejor que la otra. Son dos formas de hablar distintas adoptadas por grupos sociales distintos. Es todo. Que una de ellas guste más que la otra es un hecho social, no es un hecho lingüístico, ni cognitivo, ni intelectual...»

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Fragmento de "En defensa de nadien", en La hoja de arena. Cáiganle por allá para leerlo completo.

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