A veces siento que no pasa el tiempo, a veces siento que todo se me ha acumulado. A veces sueño con aquellas tan esperadas horas en la biblioteca, esas que pasamos en lo que hoy es el parque Tangamanga I, y esas otras frente a la televisión de bulbos. El mundo era blanco y negro detrás de esa ventana. A veces me sorprendo en Youtube buscando series, caricaturas, canciones. Y las canto o tarareo. A veces no lo creo, pero espero que la niñez tenga oportunidades de descubrir y disfrutar el mundo, porque hubo guerritas con cepillos de dientes, y castillos hechos con cobijas entre las camas de los hermanos, y bastaba una toalla o unas gafas para transformarnos en otros seres.
Ah, vayan a "Día de los niños y las niñas", mi columna de hoy en Pulso.
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