sábado, abril 30, 2016

Tomad distancia, ¡ya! Firmes, ¡ya! ¡!



Primaria, primavera...

Oír la Marcha Zacatecas era correr a la fila y ponerse en el lugar que nos correspondía según la estatura, para empezar el día. Y el inicio y fin del recreo (con ese sabor que no tiene la palabra "receso"), cuando a veces salía a jugar pero otras veces era el nerd que se quedaba en el salón a leer. Y, por fin, a la una, la salida de la escuela primaria, la Lic. Benito Juárez, turno matutino.

Por vivir cerca, a dos cuadras, a veces oía los primeros acordes de la marcha mientras mi mamá me peinaba y en la radio sonaban las canciones infantiles de La Pantera 760. Y a correr más rápido.

En cuanto entregaban los libros de texto gratuito al principio del año escolar los hojeaba todos, pero en dos días (máximo) me echaba los libros de Lectura. En realidad no me fijaba en los nombres de quienes escribían sino en sus textos. No sabía que muchos autores me acompañarían hasta hoy. Recuerdo, por ejemplo, El ruido de un trueno o La noche boca arriba, que hasta la fecha siempre recomiendo a primeros lectores. O este breve poema que me fascinó sin conocer aún a Octavio Paz:
Cantan los pájaros, cantan
sin saber lo que cantan:
todo su entendimiento es su garganta.
La doctrina, las caminatas al cerro de la Pepsi, las idas al mercado Tangamanga, los apodos, las miradas, las caídas, la música, el taller de pintura infantil del IPBA... En televisión, el duende Bubulín, el tío Gamboín, Juan sin Miedo, la Pantera Rosa, pero también las cápsulas de Luis Spota o Maria Luisa Mendoza, los programas de Aura y de Saldaña... Sigo tratando de recordar, orgulloso a ratos de cierta inmadurez que me achacan (le saco la lengua a los que me acusan de tal), y por eso les comparto la lista de reproducción que en YouTube he hecho este día Desde mi infancia.



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