lunes, enero 25, 2016

"Te adoré y me lo devolviste con creces. ¡Gracias, vida!”


«En su libro en torno a la fotografía, Llaves y cerraduras, Michel Tournier escribe, 37 años antes de su muerte, su propia necrología:
Nació en el centro de París e inmediatamente comprendió que se trataba de la ciudad más inhóspita del mundo, en particular con los jóvenes. Por lo que vivió toda su vida en el presbiterio de un pequeño pueblo del valle de Chevreuse, cuando no se encontraba viajando a través del mundo, con una predilección por Alemania y el Magreb. Sus cenizas se han depositado en su jardín, al interior de una tumba esculpida, que representa un personaje yacente cuyo rostro oculta un libro abierto y que llevan seis colegiales.
»Y la hace acompañar de una enigmática fotografía que muestra una corona de flores, marchita, con la inscripción “Para Michel Tournier”. En este breve texto, figura también el epitafio que deseaba se grabara en su tumba, “Te adoré y me lo devolviste con creces. ¡Gracias, vida!”, y que, como nos lo dejan constatar sus últimas entrevistas, conservó en mente hasta el final.»

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