La Historia nos enseña dos cosas: que jamás los poderosos coincidieron con los mejores, y que jamás la política fue tejida por los políticos. | |
Camilo José Cela |
Hay que darle el beneficio de la duda a ese funcionario, me comentó un amigo. Parece que trae buenas intenciones, añadió.
Suspiré. ¿El beneficio de la duda? ¿Cuánto más? Algunos prometen que ahora sí, va a haber cambios y democracia, después de días, meses, años en el cargo, en un área que necesitan "conocer", aunque han sido parte de los lastres económicos, culturales y políticos de otras administraciones. ¿Por qué, si aunque cambian los nombres el esquema no cambia? ¿Por qué, si el primer acto de ciertos nuevos funcionarios es aplaudir a quienes antes que ellos demostraron ineptitud? ¿Por qué, si en general se buscan amigos y no perfiles profesionales para la mayoría de los cargos?
A nivel federal, se anuncia como parte del show mediático la investigación de una marca de tequila propiedad de una actriz, cuando la fortuna del narcotraficante es muy anterior, conocida y reconocida en todo el mundo. Se le detiene y se escapa y se le detiene, y nunca se tocan sus redes económicas. Lo mismo en el PRI y en otros partidos: las instituciones no son responsables de los individuos, dicen, y se reparten el botín.
A nivel local, esta noche hay una ciudad con algunas calles llenas de bolsas de basura, otras abiertas, otras plagadas de comercios semifijos (llamarles ambulantes es eufemismo), otras llenas de inmundicia provenientes de otras colonias, unas más con bancas feas y otras maltratadas.
Y no, no se puede dar el beneficio porque no hay duda: mientras no se vean hechos concretos tenemos el derecho de desconfiar.
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