martes, febrero 25, 2014

Poema de amor filosófico - Vladimir Nabokov


El título bajo el cual apareció en un diario emigré de París (el 8 de octubre de 1922, después de varios reclamos de mi parte y de una carta en que solicité la devolución del manuscrito) era y es, en las diversas antologías y colecciones que habrían de reimprimirlo durante los cincuenta años que siguieron, Vlyublyonnost?, melodioso término que condensa lo que en otras lenguas exige más palabras para expresarse.

My zabyvaem chto vlyublyonnost'. 
Ne prosto povorót litsá,
A pod kupávami bezdonnost', 

Nochnáya pánika plovtsá.
Pokuda snitsya, snis', vlyublyonnost', 

No probuzhdéniem ne much',
l luchshe nedogovoryonnost' 
Chem éta shchel' étot luch. 
Napominayu chto vlyublyonnost' 
Ne yav', chto métiny ne te,
Chto mozeht-byt' potustorotmost' 
Priotvorilas' v temnoté.

—Delicioso —dijo Iris—. Suena como un encantamiento. ¿Qué significa?
—En el reverso está la traducción. Dice así: Olvidamos —o más bien tendemos a olvidar— que estar enamorados (vlyublyonnost') no depende del ángulo facial de la amada; es un abismo sin fondo bajo los nenúfares, el pánico de un nadador en la noche, como dice el tetrámetro yámbico que cierra la primera estrofa: nochnáya pánika plovtsá. La segunda estrofa: Mientras soñar sea placentero (en el sentido de "mientras soñar sea posible"), sigue apareciéndote en nuestros sueños, vlyublyonnost', pero no nos atormentes despertándonos o —diciéndonos demasiado: la reticencia es mejor que esa hendedura o ese rayo de luna. Y ahora, la última estrofa de este poema de amor filosófico.
—¿Este qué?
—Poema de amor filosófico. Napominayu, te recuerdo que vlyublyonnost' no es la realidad de la vigilia, que las cosas se nos aparecen siempre distintas (por ejemplo: un cielo raso iluminado por la luna no es la misma clase de realidad que un cielo raso durante el día) y que el futuro quizá empiece a vislumbrarse en la oscuridad... 

* * * * *

En la vida real, física, puedo volverme con la naturalidad y la rapidez de cualquier persona. Pero mentalmente, con los ojos cerrados y el cuerpo inmóvil, soy incapaz de cambiar de dirección. Hay alguna célula que no funciona en mi cerebro. Desde luego, puedo trampear: puedo desechar la imagen mental de un panorama y elegir con calma la perspectiva opuesta para regresar al punto de partida. Pero si no trampeo, una especie de obstáculo atroz, que me enloquecería si persistiera en mi intento, me impide imaginar el giro que transforma una dirección en otra, la opuesta. Me siento abrumado, soporto el mundo entero sobre mis hombros en el proceso de visualizar mi giro, de manera tal que pueda ver "a la derecha" lo que he visto "a la izquierda", y viceversa...

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(Mira los arlequines

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