lunes, mayo 27, 2013

"Este zumbar de colmena..." Antonio Alatorre

Leyendo ¿Por qué los estudiantes de literatura no estudian literatura?, ponencia de Alberto Paredes, me encontré con su referencia al discurso de ingreso de Antonio Alatorre a El Colegio Nacional. Muy a propósito del fin de cursos en la UASLP. El pdf completo de ese estupendo discurso de Alatorre está en la web de El Colegio, pero comparto aquí algunos fragmentos.
"Prefiero las sinfonías en blanco, prefiero las simples conversaciones en que se habla de lo bonito de unos versos, de lo emocionante de una novela, de lo decepcionante del desenlace de un cuento, etc., a los productos de cerebros robotizados en que la impresión producida por una obra literaria, su resonancia íntima, ha sido escrupulosamente raspada. 
"La que me alarma es cierta crítica universitaria que parece nutrirse exclusi­vamente (por lo común a través de traducciones no muy esmeradas) de eso que Guattari llama "productos de las metrópolis", sin aban­donar por ello su condición de burda. A ésa la llamaré en adelante, por comodidad, "crítica neo-académica". El adjetivo "académica", aplicado al sustantivo "crítica", siempre ha tenido matices peyorativos. Pues bien: si lo que hace el profesor que dicta las catorce razones de la inmortalidad del Quijote es crítica "académica" cruda, lo que hace el que dicta los métodos y los pasos que se siguen para el análisis dizque científico del relato es crítica "neo-académica" en su forma más descarnada.
"Que el crítico neo-académico deje de llamar "perso­najes" al cura y al barbero del Quijote y los llame —prosaicamente, para mi gusto— "elementos del sistema", me es indiferente. Que se ría de quienes hablan del "misterio" o del "chiste" de un poema, y él lo llame "la problemática". me es indiferente también. Pero que el diccionario de términos imprescindibles que un foco neo-académico prepara para uso de críticos modernos rechace "emoción", "imagi­nación", "belleza de lenguaje", "coherencia", "fuerza de convicción" o "sensación de vida" y en vez de eso incluya "intertextualidad", "red actancial", "red actorial", "reducción accional" y cosas por el estilo, ya no me es tan indiferente. Las docenas de términos con que se quiere constituir semejante diccionario-vademécum son polvos secos de esa efervescencia intelectual europea y norteamericana de cuya complejidad he tratado de dar una idea, y es asombrosa la desenvoltura con que el crítico neo-académico se echa a hablar de intencionalidades filosóficas, de actitudes epistemológicas, de posturas ideológicas y de paradigmas psicoanalíticos sin haberse metido realmente en tales hon­duras, e increíble la facilidad con que cita citas o citas de citas de Marx y Freud, de Wittgenstein y Adorno".
"Las tesis universitarias de hace veinte o treinta años se redactaban en una atmósfera de oscuridad, de provisionalidad, de modestia; rara vez conocían los honores de la imprenta, y en cambio no era raro que los autores, si eran cuerdos y se interesaban de verdad en la lectura y en la crítica, se olvidaran muy pronto de ellas. Hoy, la crítica neo- académica trabaja en el entusiasmo y en la seguridad. Las tesis se convierten en libros, y hasta las tareas escolares de un seminario se imprimen sin pérdida de tiempo en revistas a que la gente puede suscribirse. Se tiene la impresión de una colmena en actividad, y se siente curiosidad por saber quiénes son los compradores de una mercancía que no es sino la versión moderna del estudio sobre cláusulas trimcmbres acentuadas en segunda sílaba. Este zumbar de colmena es lo que más me alarma. ¡Con qué rapidez un profesor neo-académico le hace tragar al alumno tantas y tan gruesas pastillas culturales! ¡Con qué fluidez un aprendiz recién adiestrado se hace indistinguible de su adiestrador! ¡Con qué ancha sonrisa sale el crítico neo-académico de la fábrica, ya listo y dispuesto a todo!..."  


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