«Mi recuerdo general del Quijote simplificado por el olvido y la indiferencia, puede muy bien equivaler a la imprecisa imagen anterior de un libro no escrito. Postulada esa imagen (que nadie en buena ley me puede negar) es indiscutible que mi problema es harto más difícil que el de Cervantes.Mi complaciente precursor no rehusó la colaboración del azar: iba componiendo la obra inmortal un poco a la diabla, llevado por inercias del lenguaje y de la invención. Yo he contraído el misterioso deber de reconstruir literalmente su obra espontánea. Mi solitario juego está gobernado por dos leyes polares. La primera me permite ensayar variantes de tipo formal o psicológica; la segunda me obliga al texto "original" y a razonar de un modo irrefutable esa aniquilación. A esas trabas artificiales hay que sumar otras, congénitas. Componer el Quijote a principios del siglo XVII era una empresa razonable, necesaria, acaso fatal; a principios del XX es casi imposible. No en vano han transcurrido trescientos años cargados de complejísimos hechos. Entre ellos para mencionar uno solo: el mismo Quijote...»
Cide Hamete Benengeli
Miguel de Cervantes Saavedra
Pierre Menard
Jorge Luis Borges
Alexandro Roque
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