sábado, junio 06, 2009

Arte poética - Horacio

Estaba yo en el pasillo central del lugar donde laboro echándome un cigarrito, tarde de viernes, mucho en qué pensar, mucho, cuando pasó el antropólogo Mauricio Guzmán. Algo me vio. ¿Qué tienes? Nada. Me enseñó un libro. ¿Lo tienes? No. Te lo regalo. Qué chingón, gracias. Es Epístolas (Libros I y II) y Arte poética de Quinto Horacio Flaco, una edición de la UNAM de 1974. Qué chingón, gracias de nuevo. Si conservar los sucesos descritos, y los colores de las obras, no puedo y no sé, ¿por qué me aclaman poeta? ¿Por qué prefiero ignorar que aprender, torpemente apenado? No quiere un tema cómico ser expuesto en trágicos versos; también se ofende la cena de Tiestes de ser referida en versos sencillos y casi dignos del zueco. Cada asunto guarde el sitio adecuado que tuvo por suerte.
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De escribir bien, el saber es el principio y la fuente. El asunto podrán enseñarte los socráticos pliegos, y a un previsto asunto las palabras seguirán sin negarse. Quien aprendió a la patria qué debe y a qué a los amigos, con qué amor al padre, con cuál a hermano ha de amarse y a huesped, cuál es el deber de un senador, cuál el de un juez, cuál la parte de un capitán a la guerra enviado, ese sin duda sabe entregar lo que conviene a cada persona. Ordenaré observar el ejemplo de la vida y los usos al docto imitador y tomar de ahí vivas las voces.
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Cual la pintura es la poesía; hay una que, si más cerca te hallas, más te cautiva, y alguna, si más lejos te apartas; ésta ama lo oscuro, querrá con luz ser mirada esa otra que no tiembla del juez ante la astuta agudeza; ésta una vez gustó, esa gustará repetida diez veces.

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