lunes, mayo 18, 2009

¿Cursi yo?

Cursi, según el diccionario es lo que en vano intenta mostrarse fino y elegante. Y en lo literario (al escribir y al leer) es fácil caer en eso. Lo kitsch es lo pasado de moda, pretencioso y hasta de mal gusto...

Murió Mario Benedetti, un autor cuyas palabras son muy conocidas y retomadas en antologías amorosas, que cualquier adolescente enamorado conoce, y que para bien o para mal es declamado por quienes se acercan apenas al texto poético. En canciones y en películas, en blogs adolescentes y muestrarios de poemas para enamorados, sigue presente este autor que también hizo congruente poesía de corte político y novelas que dicen mucho de su valía.

Retomo esto (muy recomendable leerlo completo) del buen Alberto Chimal:

"Esta fama dio a Benedetti, como a Jaime Sabines, la recompensa de ser un escritor que no necesitó de la validación de los críticos, pero también lo volvió sospechoso de excesiva complacencia, de sentimentalismo, de simplismo. Y fue culpable con una frecuencia alarmante. Peor aún, su obra poética, que se fue recogiendo en ediciones sucesivas llamadas siempre Inventario, deja ver cada vez menos poesía a medida que pasan los años y cada vez más fórmulas, más lugares comunes, más prédicas a admiradores ya convencidos. El padre espiritual de sus poemas pudo haber sido, entre otros, Bertolt Brecht, pero tiene entre sus hijos a Ricardo Arjona y otros todavía peores".

Y sí, mea culpa, releo a veces versos de Benedetti, pero que lance la primera piedra quien no ha caído en ese estado donde cualquier palabra suena a la otra persona, a melcochoso suspiro, a poesía y no, a adolescencia, a aquel primer amor sin estrategia. Y vaya que a Benedetti le funcionó su táctica.

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