martes, diciembre 09, 2008

novelar

"Cuando los supuestos novelistas hacen dejación de la imaginación o, peor, que es lo que yo pienso que ocurre, carecen de ella y tienen que echar mano de materiales existentes y diariamente presentes en los periódicos, los informativos y los documentales, están negando la esencia misma de la novela, incluso la etimología de la palabra que la designa. Desde el Quijote a Cien años de soledad, pasando por Los hermanos Karamazov, En busca del tiempo perdido, La montaña mágica, las creaciones balzacianas y de Faulkner antes mencionadas, Las uvas de la ira, La primera y la última humanidad, Universo de locos, La comedia humana, Ciudad o Sirio, Otra vuelta de tuerca, Los acantilados de mármol o Las abejas de Cristal, La náusea, Todos los hombres son mortales, El juego de los abalorios, La peste, etc., etc., la novela moderna ha consistido –porque no puede consistir en otra cosa–, dejando aparte ahora algunos temas, muy profundos de estética filosófica aplicada al género narrativo, en la creación de una realidad "otra", de un segundo mundo, parecido a éste, pero distinto, porque puede ser a la vez ideal y real. Evidentemente, crear algo así no está al alcance de cualquiera –por supuesto, no de quien se erige en copista o en documentalista o en cronista de las costumbres–, sino de quien tenga, además de imaginación y fuerza creadora, capacidad para crear un tiempo y levantar un espacio. Lo que sin duda no poseen quienes se ven obligados a creer, por instinto de defensa, que novelar no es más que ponerse a contar cosas. Para colmo ocurridas, no inventadas".

M. García Viñó

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