martes, julio 01, 2008

De Dulce María González

Alumnos reprobados

Dulce María González/ El Norte

Como es del conocimiento público, soy maestra de Apreciación a las Artes en nuestra Universidad. Y sucede que, en un arranque de idealismo, ofrecí a mis alumnos libertad total en la realización de los cortometrajes que deben entregar al final del curso.

La verdad, lo hago cada semestre. Ofrezco un espacio de libre expresión para que se explayen. Siempre he pensado que la creación artística es un exilio. Tomé esa idea de Severo Sarduy quien, siendo un exiliado de verdad, entiende su oficio como el ejercicio de observar desde la otra orilla del océano. Ver desde lejos nos ayuda a tomar perspectiva.

Si consideramos que nuestro planeta es apenas un grano de polvo flotando en el espacio sideral, el pago de colegiaturas, entre otros detalles, pierde el sentido de peso que le damos. Más allá del proceso de domesticación del hombre por el hombre (Sloterdijk dixit) llamado educación, la vida de los humanos, brevísima, insignificante, toma sentido justo en el instante en que la experimentamos. Y se convierte en algo enorme, infinito.

Darse cuenta de ese tipo de cosas es ya crecer, formarse. De ahí la importancia de estas materias en las universidades. Experimentar el arte es exiliarse por unos momentos para, enseguida, regresar al mundo como si viniéramos llegando de un viaje.

No se trata de restar importancia a la educación formal, sino de colocarla en su sitio y valorarla. Dar lo máximo de nosotros, realizar nuestras vidas, no es sinónimo de estudiar algo que deje lo suficiente para comprar carros de lujo y pasarla bien.

El problema es que el exilio es el exilio y no hay reglas que valgan. No es que la expresión artística sea libre o exija libertad, el arte ES y punto. Un creador se vale de un lenguaje, de una técnica y se pone a comunicar lo humano tal como lo percibe.

Algunos de mis alumnos decidieron expresar lo humano que hay en sus profesores. Un trabajo interesante que dejó al descubierto lo que piensan de ellos como ejemplares de la especie homo sapiens. Como yo debía poner la calificación, fui excluida del escarnio. Una lástima.

Les fue mal, obvio es decirlo. El corto cayó en manos ajenas a su catedrática y al regresar a tierra la nave fue confiscada y sus
pasajeros reprobados. Es el problema de tener maestras idealistas, les dije, mientras presentaban el examen extraordinario.

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