jueves, junio 19, 2008

La luz que la sombra fecunda*

Si ustedes abren el libro de Sergio Monreal que hoy tenemos el gusto de compartirles, leerán primero:

"Todo me es, por ahora, territorio de sombra"

Pero no teman, ni se achicopalen, Sergio no es un escritor del pesimismo…

Nadie que lo sea podría escribir teatro para niños, como ha hecho él.

¿Alguien conoce algo de mayor espíritu y optimismo que los ojos y la sonrisa de los niños?

En este poema inicial, la sombra es un punto de partida hacia el cambio, rumbo al viaje que promete claridad, soles:

"Todo me es, por ahora, territorio de sombra
Barcarolas tempranas que embadurnan su proa
Guiñando incandescencias de partida ya próxima"

Y el remate de este primer poema de Las raíces del aire no deja dudas sobre ese ánimo expectante donde todo vendrá a renovarse:

"Todo me es, por ahora, la inminencia del alba"

Es así como ese “territorio de sombra” se transforma, gracias a las palabras, en un pedazo de luz que Sergio arranca a la oscuridad.

Oscuridad captada en estos dos versos del mismo texto, que suenan como a presagios musitados por el viento en una noche de luna llena:

"Todo me es, por ahora, anhelo, espera y duda.
Una parvada a ciegas prometiendo la lluvia."

Hablamos de sombra y no de oscuridad, pues en ésta no podríamos manejarnos sino como bestias ciegas o criaturas nonatas.

Entonces la “sombra”, atendiendo a la psicología de Jüng, no es la parte oscura de nosotros, sino aquello que hemos iluminado un poco y a lo que podemos acceder para brindar algo de lucidez a la conciencia.

Pero este acceso a la sombra puede ser al precio, tal vez, de tener que sufrir los desasosiegos de Edipo cuando descubre que en realidad no ha gobernado su vida.

O, en otras palabras, que interiormente, en la parte que desconocemos de nosotros mismos, no somos siempre tan altruistas, ni tan nobles, ni tan bonitos como habíamos pensado.

Sin embargo, si en Edipo es el azar y la desgracia los que lo lleva a las trasgresiones del crimen y el incesto, en nosotros sería la propia falta de conciencia nuestro único y suficiente pecado.

* Texto de Jacobo Vázquez leído el pasado 6 de junio en la Casa López Velarde en la presentación de "Las raíces del aire" de Sergio Monreal.

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