viernes, diciembre 07, 2007

Zacatecas

Fui a Zacatecas. Menos de 24 horas. De entrada por salida, pero lo disfruté, mucho, departiendo con los colegas de esos rumbos, con otros de San Luis Potosí. Por el camino me acompañó Cortazar, quien susurraba:

"Cuando los cronopios van de viaje encuentran los hoteles llenos, los trenes ya se han marchado, llueve a gritos, y los taxis no quieren llevarlos o les cobran precios altísimos. Los cronopios no se desaniman porque creen firmemente que estas cosas les ocurren a todos, y a la hora de dormir se dicen unos a otros: "La hermosa ciudad, la hermosísima ciudad". Y sueñan toda la noche que en la ciudad hay grandes fiestas y que ellos están invitados. Al otro día se levantan contentísimos, y así es como viajan los cronopios".

Y más me maravillé porque eso fue lo que soñé: una gran fiesta con amigos escritores, buen vino y buena música, con todo y platillos voladores surcando el cielo sobre la catedral zacatecana, lanzando rayos color rosa.

La fiesta en esto que se ha dado en llamar realidad quedó puesta para mejor ocasión

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