domingo, diciembre 16, 2007

othoneando

La braza se extinguió y quedamos a oscuras,
la musa y el mozo,
ávidos de escapar del calor de la zona media.
La tierra mojada se ha puesto chiclosa, aterida y aterrante,
como cuando tu madre no llegó al campo
porque se quedó dormida para siempre.

Hora de rogar a san Manuel, martir de la poesía guachichil,
patrono de los nacidos en tierra de nadie
pero con buena conciencia.

Ten piedad y misericordia de nosotros,
centenario.

Que mi pene sea de piedra y no se derrumbre
como Pedro Páramo entre las ruinas del Cerro de San Pedro.
Que la musa sea de azúcar, de hiel y de vino,
nunca musa de museo
que viva como en las cantinas a las que tuviste miedo,
como en las noches en que oías fantasmas.
San manolo, san Pepe.

Llenarse del paisaje, absorber la cuna la mirada de la muchacha el celo de buen esposo,
la inmensa letanía de la buena sociedad
que se enfrenta a un espectáculo agreste.
Santo José Bucólico,
te pedimos por el malhabido peyote que nos alimenta con sueños,
por los viejos que ya murieron
urdiendo su mentira entretejiendo tus palabras
por los que permanecen y sienten
la muerte chiquita la de todos los días.

Sálvanos de la pornografía a distancia,
haz que podamos encontrarla en la brava mujer que está al lado.

Por la musa que se queda a mi lado,
creando música con el movimiento de sus piernas,
por el hijo que no llegó a acariciar las canas,
por el pecado que tan bien conociste.

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