Héctor Esquer (Sonora, 1958) nos hizo llegar su más reciente libro, Las Tentaciones de Lucifer, que publica el Centro de Arte y Nuevas Tecnologías (Cante) de San Luis Potosí. Como era de esperarse, Héctor (sicólogo de carrera, crítico y bienpensado, trabajador de teatro y del periodismo) se nos muestra con la marca de Caín en las tres partes del poema de largo aliento del libro, que se suma a Evangelio silvestre (1998) y La densidad del aire (antología de la UNAM, 2000).
La capacidad de modular sensaciones, sentimientos, de transmitirlos, no cualquiera, y Héctor por algo es un gran amigo y a la vez ha encarnado una gran violencia en el teatro (Belice, de David Olguín, con El Rinoceronte Enamorado), sin que lo haya podido igualar quien lo suplió en otras temporadas.
Y como regalo, va un fragmento:
le caigo mal a Dios
eso lo sé
el cielo se curva en las alas de un pájaro
y veo y oigo
estaré con ustedes una espina más
un sollozo de reloj atascado en las manos podridas del silencio
un trago amargo justo cuando la golondrina se detiene en crucifijo a mitad del sol
amados míos
creyentes de lo que hay más acá de un minuto de coraje
la historia tiene dolor en los huesos
ya casi no hay memoria en la flama
y el amanecer persigna al sol con su mano sin mácula.
Hoy estaré con ustedes
más ayer no sé
más futuro no sé
la inteligencia es un camaleón en el color científico de la noche
los murciélagos son el equilibrio de las sombras
son las estirpes de un idioma genial
y mienten estas paredes
miente esta copa en mis manos
miente esta despedida inútil pues la realidad rara vez está en los rostros...
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