miércoles, diciembre 13, 2006

Aquel curso en la tierra del alacrán...

Su novela es antinovela, la voz de los sin voz, es el...
Regreso a la esencia de la novela, es José Revueltas

Alexandro Roque

Un clima parecido al de San Luis Potosí, unas calles más transitables y el inevitable monumento a Doroteo Arango nos recibieron en Durango, la tierra del alacrán. El motivo de la vista fue conocer a José Revueltas Sánchez en el curso nacional “José Revueltas: tragedia y revolución de la literatura mexicana”, a cargo del literato y crítico Evodio Escalante Betancourt. Al final, como bien apuntó Ofelia, personaje shakespeariano, no lo conocimos, pero si aprendimos a buscarlo más, en estos tiempos de aparente triunfo del neoliberalismo y de elecciones de nueve opciones que se vuelven dos. José Revueltas este año cumpliría ochenta y su obra sigue siendo teniendo vigencia.

La llegada fue penosa, sin saber a dónde ir ni donde acabar. Una llamada telefónica confirmó que al hotel Roma y hacia allá nos dirigimos, con 10 kilos de ropa y otros tanto de nerviosismo, tres libros de Revueltas y la imaginación abierta. La noche fue normal y por la mañana no hicimos más que seguir a tres personas con su distintivo del Homenaje nacional a los hermanos Revueltas, organizado por autoridades federales y del estado de Durango y llegamos a la pirámide de 100 escalones que es la Biblioteca Central del Estado, en la misma avenida que el hotel, la 20 de noviembre. Allí era pues donde ya se impacientaban cerca de 25 personas y el maestro Escalante, entornando sus ojos a través de los anteojos redondos.

Al principio parecíamos monos, como dijera José, y los nombres surgieron hasta en la tarde, con las plásticas ante el café y el trayecto al hotel. Eran 15 duranguenses o durangueños y 10 fuereños, de Nuevo León, de Chiapas, de Tlaxcala, de Campeche y de Guanajuato. Evodio Escalante, maestro en letras iberoamericanas por UNAM e investigador de tiempo completo en la UAM Iztapalapa, comenzo su disertación en honor y reconocimiento a su coterráneo hablando de su reconocimiento como cuentista y como novelista, pero aún no como ensayista o hasta filósofo “por cierta insularidad en la cultura”. Se comentó de lo difícil de “agarrar” que este personaje resulta, por su asociación con la bohemia y el alcoholismo, por sus 20 y tantos tomos que su obra completa alcanza y la que se quedaron en el tintero... En la cárcel como segunda placenta, José se extasió y extasió con Los muros de agua, El apando, El tiempo y el número y una que se hubiera llamado El quebranto.

Se habló de que Rulfo en su "Pedro Páramo" le debe mucho a “El luto humano” de Revueltas tanto en atmósferas como en personajes. Pero por eso Revueltas es inasible en todos sus aspectos, porque supo fusionar en su obra la vitalidad, los miedos de alguien preso, la lucha dialéctica de los opositores conscientes del sistema político mexicano y la poesía de alguien que no quiere escribir como se habla, que no quiere escribir simple: “La simplicidad no es otra virtud que la del simple, la del simplón, la del pendejo”. Evodio dijo que la fuerza de José es el peso del pesimismo dentro del realismo de amplio aspectro, que supo ver a la revolución mexicana como ya era desde los años treinta: un ente muerto que solo se dedica a asustar a las almas débiles.

A la hora del café y el cigarro vamos conociendo gente: Gerardo Campillo, Petronilo Amaya, Oscar Jiménez... Y el ambiente se torna más cálido en medio del cansado aire acondicionado que envuelve a los participantes. La generación de Revueltas era la “Taller poético”, junto con Octavio Paz, Efraín Huerta, José Alvarado, Rafael Solana, Neftalí Beltrán y Quintero Alvarez.
Tal vez de este encuentro pueda salir otra generación de creadores y bohemios, porque luego luego se piden trabajos, se habla de ir a conocer Durango de noche y se propone “tallerear” los trabajos de los que hayan traído. Y casi todos trajeron.

Queremos sumergimos en algunas de las experiencias límite que narra Revueltas con esa mano densa que a tantos cansa y a otros resulta francamente cautivadora: asesinato, parricidio, prostitución y muerte. Para comodidad del viajes adoptamos solo las de la prostitución y la contemplación: al final del primer día Ofelia y yo nos dirigimos a ver la inefable La ilusión viaja en tranvía, de Luis Buñuel, en un solitario y derruido cine (el ex Guadiana), parte también del homenaje, mientras otros van a bailar a un buen cabaret, con unas muchachas de las que saben que el amor es pasajero, a las que cantó Revueltas con tonos amorosos (palabra grabada para siempre como perteneciente a su generación) en Dormir en tierra, en El apando, en Los errores, en... y a final de cuentas el amor no es tan pasajero.

La idea tallerista reviró sobre cada uno de los participantes y se dispararon las teorías “campechanas”: que si hubiera o no, que si se habla de autogénesis, que si se le pasa la mano a José en el tratamiento de cosas reales, que si le debe o se debe al cine, que si hay dos historias en un cuento o que si la lectura bíblica de la obra de este hombre nacido en 1914 es vital. Se concordó en que la novela de José llega a ser antinovela: la voz de los sin voz, el regreso a las etapas prehistóricas y mitológicas para regresar a la esencia profundamente coyuntural de la novela, que en él estaba unida a su ensayística, a su cuentística y su filosofía. Hasta sus cartas estaban llenas de la esencia revolucionaria, que no cerrada, del hombre-mito.

Se trató, no se logró, de hacer menos literatura y hacer más caso a la obra literaria a estudiar, de dejar que hablara la palabra. Fue en muchos casos, afortunadamente no en todos, el pretexto para echar un rollo, y sin embargo sí se logró poner el lenguaje al servicio de una, de dos, de mil obras. Escalante, tras otro cafecito y la convención de un nuevo horario (de 10 de la mañana a una de la tarde con todo y “coffe break” y de 5 a 7 de la tarde) señaló que las aportaciones mas individualizadas de José están en El luto humano y en Los errores, donde enjuicia los juicios de Moscú. Se resaltó la creación de atmósferas, que como la hay en la Biblioteca Central del estado son mágicas, curiosas y de suyo pesimistas, revertidas con cierto humor negro e ironía. Personaje de excepción, testigo privilegiado, José demuestra, para aquellos interesados en el marxismo y los que lo quieran conocer, la buena ley de los contrastes y que los críticos e intérpretes literarios “de ayer, de hoy y de siempre” nunca podrán llegar a decir la última palabra sobre algún tema. Final del segundo día.

Cena en el hostal mientras nos burlamos de Marimar y su perro que habla. Sueños dificiles y agitados, pero a fin de cuentas reparadores , porque en los intermedios del curso hay que conocer la ciudad, la catedral y las huelgas de los sindicatos en el centro de la capital del alacrán. Y ya compramos algunos recuerditos de entre llaveros y los mismos alacranes. Pero en fin, son ocho horas que no cuentan, cuando menos para el mundo, aunque la agencia eco siga informando.

Tercer día, listos para la huida: Se dan los toques finales a algunas pinceladas sobre José Revueltas, con la invitación a leerlo y releerlo con gozo, porque hay muchas vetas y muchas tentaciones para lectores de cualquier edad (terquedad) y cualquier gusto. Lo revolucionario no pasa, el cuero es el que se arruga. El comunismo desapareció per las utopías siempre estarán presentes.

Ofelia Pérez, una bella diecisieteañera (así parecía) de Monterrey resumió bien la relecturas que hemos de hacer: la bíblica y la de la ironía, que muchos se empeñan en tapar con la tragedia.

No hay más tragedia que la del que no quiere ver, del que no quiere vivir como vivió Revueltas. Que no descanse en paz. Nunca.

El Heraldo de San Luis, 22 de junio de 1994 
(pero aún viven los recuerdos, pues saben nadar los muy ingratos)

1 comentario:

  1. Anónimo10:47 p.m.

    saludos, gracias por comentar.
    publicamos otro comunicado del PACE.

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