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lunes, mayo 21, 2012

Y es que el amor es ciego...

Alexandro Roque

"El monstruo resucita siempre en la penúltima escena, Penélope", leo en Me miras cada vez más de cerca (1971), un libro que encontré hace poco en una librería de viejo. El autor, Ulises Cabrera, le da voz a un narrador en primera persona que vaga por los mares acompañado de una pequeña sirena en busca de quien lo cegó. Nunca se menciona su nombre, Polifemo. Muchas historias desfilan ante su ojo (es un decir), y ya en Itaca se hace pasar por uno más de los pretendientes de la tejedora hasta descubrirse ante Odiseo en cuanto el penúltimo de sus contrincantes cae. El narrador, herido, espera una última flecha, mientras asegura que es esa última mirada, con un solo ojo afinando el tiro, la que salva al monstruo antes de la muerte definitiva: "Antes de ti no veía. Todo amor es un viaje y lo supe en cuanto partiste: Nadie era mi destino, mi mirada".

“Ulisses Zombando de Polifemo”, óleo sobre tela (1829), 
de Joseph Mallord William Turner. 

jueves, abril 26, 2012

Déjenme si leo llorando

Total, ya que... a veces ando de un cursi insoportable. ¡Voto a Júpiter tonante! Antes no leí para que no me vieran pero no soy de los que cruzan el pantano y no chillan. Hasta eso que mis ganas de llorar me dan risa, y hasta eso que mis lágrimas son grandes y transparentes: son de un buen humor. A veces yo tampoco creo que existo, y por eso comprendo que sea fácil hacerme a un lado, aunque mi siquiatra diga lo contrario.

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Y aunque allá las lecturas suelen ser el día de Júpiter,
nos vemos este día de Venus en la Libertad de Querétaro
para entonarnos como si fuera el último día.

viernes, julio 31, 2009

oído por azar

Si, hasta ahorita conseguí un teléfono de monedas... Sí, te extraño... Mucho... Claro que me gustaría hacértelo... La verdad y acá entre nos me encantaría que mis amigos te tuvieran para que vean lo que es una hembra, para que conozcan la poesía encarnada... ¿Y qué más...? Y mis enemigos también, ¿por qué no? Para que se mueran de envidia, para que conozcan mi dicha. Es más, debería ser una experiencia obligatoria estar entre tus piernas, para que sientan una verdadera entrega total, el vértigo agonizante de una experiencia animal que los haga llegar al infinito, que se llenen de color, de ese rubor que hace palicecer el nombre carmín, de la piel morena que se apodera de mi alma haciéndola estallar a tu creciente ritmo. Por mí te tomaría videos, fotos, que todos sepan que el paraiso existe. Debería ser una asignatura obligatoria para graduarse en sexo, para decir que se ha amado en esta vida. Quisiera hablar en público de tu botón agigantado, de tu vagina, tu selva y tu olor a flora, de tu gemidos, de todo lo que hacemos en privado. Pero no te preocupes, ante todo soy un caballero. Bueno, chiquita, se me acaban las monedas... sí, yo también...mucho...