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viernes, abril 14, 2017

Cristo de San Juan de la Cruz - Salvador Dalí


Obra del periodo Misticismo Atómico de Salvador Dalí.
Mil veces, escena. La perspectiva, a veces, lo es todo.

Dice el pintor: «La posición de Cristo ha provocado una de las primeras objeciones respecto a esta pintura. Desde el punto de vista religioso, esa objeción no está fundada, pues mi cuadro fue inspirado por los dibujos en los que el mismo San Juan de la Cruz representó la Crucifixión. En mi opinión ese cuadro debió ser ejecutado como consecuencia de un estado de éxtasis. La primera vez que vi ese dibujo me impresionó de tal manera que más tarde, en California, vi en sueños al Cristo en la misma posición pero en paisaje de Port Lligat y oí voces que me de decían: "¡Dalí tienes que pintar ese Cristo!"... [completo acá

viernes, enero 23, 2015

Un soberbio delirio de Dalí

«He tomado la decisión de que, inmediatamente después de mi fallecimiento, me pongan en conserva en espera del descubrimiento que permitirá un día a la humanidad hacer revivir al genial Dalí. Estoy persuadido de que se logrará curar el cáncer, que se realizarán trasplantes asombrosos y que el rejuvenecimiento de las células es cosa de mañana mismo. Devolver la vida será una operación ordinaria. Esperaré en el helio líquido, sin impaciencia.

»Sin embargo, siento tres aprensiones aparte del temor a la deterioración de las células de mi maravilloso cerebro. El primero es el de que la humanidad, animada por un complejo de locura asesina bajo el efecto de los trastornos debidos a la superpoblación -como algunas especies de ratas nórdicas, que se suicidan colectivamente-, se ponga a masacrar los cadáveres. Que la vida nueva que yo recupere no sea exactamente la mía, quiero decir, el cuerpo divino de Dalí, tal como se durmió. Mi deshielo, ¿marcará una reanimación o una eclosión nueva, el nacimiento de un Dalí en el cual no me reconocería? Y, por último, que la humanidad de entonces me olvide, pero este riesgo me parece flaco, en verdad, porque mi obra inmortal no cesará de aumentar y mi leyenda se unirá al prestigio de mi genio. Estoy casi seguro de que, en los siglos futuros, los hombres de todos los tiempos tendrán el deseo de ver, escuchar y de conocer las creaciones del divino Dalí, y, para mí, ¡que aventura más sublime!

»No me disgustaría que la humanidad declare un día que mi persona es sagrada y que cada generación se transmita la llama de mi cuerpo como el testigo eterno de la evolución. ¡Dalí errando hasta la extinción de los soles!, ¡qué delirio más soberbio!

»Así, ¡el mundo entero, de todos los tiempos y de todos los países, será cornudo!»

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En Confesiones inconfesables. En Neorrabioso.