«Es posible que la gente crea que su YO es realmente un YO descriptible, sin misterio, sin oscuridad, sin una espontaneidad que nos abruma en la consciencia; un YO narrable sin ningún engaño y falsificación. La autobiografía pura y siempre posible a través de la honestidad discursiva. Que la claridad y distinción de René Descartes haya capturado las mentes de muchísima gente que cree sinceramente que puede dar cuenta de sí sin mentir en algún detalle, algún recuerdo, algún momento o que cree poder separar la mentira de la verdad en todos los casos y escenarios cuando se autonarran sus vidas. Es posible que habitemos un realismo desabrido y seco.
»La simulación ha sido condenada a su exilio. Pero peor aún, el objetivismo y la separación entre ficción y realidad ha alcanzado su sol, eclipsando toda una tradición que nos hacía salir de sí, que nos hacía entrar en ese plano del éxtasis donde la literatura nos permitía vivir otros mundos posibles en el aquí y en el ahora que nos acontecía como falto de hechizo.»
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