Tenía razón Hamlet y por eso es inmortal.
Noches de entrada libre y otras dónde hay que tomar turno para ir a ese reino de la materia de que estamos hechos. Vale la pena la espera. Porque hoy hay nuevos sueños, y no hay derecho de admisión en ellos. Porque jugamos a las escondidas y creamos en ellos barcas y laberintos, porque reímos o abrazamos, y aunque no los recordemos las sensaciones persisten.
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