Estoy aquí para cantarte. Mi rinconcito está en este salón tuyo.
Nada tengo que hacer en este mundo tuyo; mi vida inútil no sabe más que saltar en melodías sin razón.
Cuando en el oscuro templo de la medianoche dé la hora de adorarte en silencio,
¡mándame que te venga a cantar, maestro mío!
Cuando el arpa de oro esté afinada en el aire matutino, ¡hónrame tú ordenando mi presencia!
Nada tengo que hacer en este mundo tuyo; mi vida inútil no sabe más que saltar en melodías sin razón.
Cuando en el oscuro templo de la medianoche dé la hora de adorarte en silencio,
¡mándame que te venga a cantar, maestro mío!
Cuando el arpa de oro esté afinada en el aire matutino, ¡hónrame tú ordenando mi presencia!
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