—Quiero pedir un favor —dijo.
—¿Cuál?
—Tengo entendido que el hombre está por ser creado. Necesitará leyes.
—¡Qué dices, miserable! Tú, su enemigo señalado, destinado a odiar su alma desde el alba de la eternidad, ¿tú pretendes hacer sus leyes?
—Perdón; lo único que pido es que las haga él mismo.
Y así se ordenó”.
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El diccionario del diablo
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