mi reina,
de despedirnos.
De condenarnos
mutuamente
a vivir en la hora del adiós.
Aunque solo soy un naipe,
Aunque solo soy un naipe,
Reina de Corazones,
por ti perdería la cabeza
(temo que ya la he perdido)
(temo que ya la he perdido)
con una sonrisa.
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