miércoles, mayo 17, 2017

Bret Easton Ellis

(Fragmentos de una entrevista en The Paris Review)

«Me gusta cómo hablan mis narradores. Sé que no tienen una sintaxis o gramática apropiada, pero no se supone que la tengan. Mis narradores no son profesores de inglés, y no quiero que suenen como tales...

»En ese primer borrador hay una especie de prueba de cómo el narrador va a sonar en el borrador final. Cuando paso a la siguiente etapa del proceso de escritura, la fase emocional está más o menos terminada. Ya he tratado con las razones por las que quería escribir el libro: el dolor, mis problemas en ese momento, mis conflictos en ese momento, lo que me confunde, lo que me está lastimando, con lo que estoy fantaseando. Todo está en ese primer borrador de forma libre, en un tratamiento muy largo, un diagrama que traza los movimientos de los personajes, así como una guía de lo que implicará la siguiente fase de la escritura. Es cuando entran la técnica cool y la forma en que el lector quiere leer el libro. El lector siendo yo...

»No debería haber usado la palabra técnica. Es un término que sugiere algo robótico y demasiado analítico. Sugiere que hay criterios objetivos con los que todos están de acuerdo en cuanto a lo que hace que un libro sea bueno o malo. Bien escritas, novelas muertas se publican mil veces al año. Sus frases son bonitas y sus diálogos son "fieles a la vida", pero los libros en sí están, a menudo, sin vida. Luego hay novelas que a veces no están tan bien escritas, pero están a punto. Se puede decir que el autor no está sentado en clase esperando a que se le dé su A. Y luego están las raras novelas que caen en algún punto intermedio. Te daré un ejemplo de un libro que, a pesar de sus defectos "técnicos", está vivo: Al pie de la escalera, el último libro de Lorrie Moore. Moore es una escritora muy buena, tal vez la mejor escritora de cuentos de mi generación. Como novelista está un poco obstaculizada por la forma. Al pie de la escalera trata sobre una muchacha de la universidad de veintitantos años que habla exactamente de la manera en que escribe Moore. Es espectacularmente ingeniosa, los detalles son grandes, y la escritura está casi perfectamente compuesta y hecha en esa manera muy rápida de Lorrie Moore. Pero la voz no es convincente. Parece que estamos saliendo con Lorrie Moore. Entonces, cien páginas adentro, algo mágico sucede. La voz de la chica, la voz del escritor, la idea de la novela se unen. Usted está final y completamente convencido de la máquina entera que se ha puesto en juego, mientras que en el principio usted estaba medio convencido por ella. No sé cómo un escritor alcanza esta alquimia. El novelista es consciente de que el narrador no puede hablar de esta manera en la vida "real", pero lo reimagina de una manera que funcione para la novela. A menudo me han acusado de no lograr esto yo mismo...»

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