«Si no fuese el hombre lo que es, no habría elegido Dios una figura humana para manifestarse. ¡Esto no lo hizo en servicio del ángel! Calla, pues, y agradece y repite: "Señor, puesto que nos miras, ten piedad de nosotros". No hace falta otra petición...
»Nunca he podido sentir familiaridad con Jesús. No hubiera podido seguirlo como los apóstoles, en trato sencillo y admiración respetuosa pero a humano nivel. No lo concibo como filósofo o maestro —moralista—. Nunca me han atraído los formuladores de máximas, y Jesús no era eso, pero en su etapa humana tuvo que valerse de la voz y el ademán.
»El Jesús que yo amo es el que se apareció a San Pablo y con su sola presencia lo derribó del caballo y le cambió la convicción. No se discute con él, no se le interroga; se le mira, y el deslumbramiento nos vuelve mudos...»
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