sábado, marzo 04, 2017

Conciencia y realidad

Algunos fragmentos de "¿Es la conciencia una ilusión?", de Thomas Nagel, sobre el libro From Bacteria to Bach and Back, de Daniel C. Dennett, publicada en la revista The New York Review of Books.

«Esto nos lleva a la cuestión de la conciencia, en la que Dennett tiene una posición distintiva y abiertamente paradójica. Nuestra imagen manifiesta del mundo y de nosotros mismos incluye como una parte prominente no sólo el cuerpo físico y el sistema nervioso central, sino nuestra propia conciencia con sus rasgos elaborados —sensoriales, emocionales y cognitivos— así como la conciencia de otros humanos y muchas especies no humanas. De acuerdo con su visión general de la imagen manifiesta, Dennett sostiene que la conciencia no es parte de la realidad en la forma en que el cerebro lo es. Más bien, es una ilusión de usuario particularmente sobresaliente y convincente, una ilusión que es indispensable en nuestro trato mutuo y en el control y la gestión de nosotros mismos, pero una ilusión, no obstante.

«Pueden ustedes preguntarse cómo la conciencia puede ser una ilusión, ya que cada ilusión es en sí misma una experiencia consciente, una apariencia que no corresponde a la realidad. Así que no puedo parecer que soy consciente aunque no lo sea: como lo observó Descartes, la realidad de mi propia conciencia es la única cosa de la que no puedo engañarme. La forma en que Dennett evita esta aparente contradicción nos lleva al corazón de su posición, que es negar la autoridad de la perspectiva de la primera persona con respecto a la conciencia y la mente en general.
«Curiosamente, entonces, nuestro punto de vista de primera persona de nuestras propias mentes no es tan diferente de nuestro punto de vista de segunda persona de las mentes de los demás: no vemos, ni oímos, ni sentimos la compleja maquinaria neural que se agita en nuestro cerebro, pero tenemos que conformarnos con una versión interpretada y digerida, una ilusión de usuario que nos es tan familiar que la tomamos no sólo por la realidad sino también por la realidad más indudable e íntimamente conocida de todos...»

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