martes, enero 03, 2017

Cómo leer (1) - W. H. Auden

«Dios sabe que los escritores pueden ser bastante estúpidos, pero no tanto como parecen creer algunos críticos. Me refiero a la clase de críticos que, al condenar cierta obra o pasaje, no vislumbran jamás la posibilidad de que el autor haya previsto exactamente lo que están a punto de decir.

»¿Cuál es la función de un crítico? En lo que a mí respecta, puede prestarme uno o más de los siguientes servicios:
1. Darme a conocer autores que hasta ese momento ignoraba.
2. Convencerme de que he menospreciado a cierto autor o determinada obra por no haberla leído con suficiente cuidado.
3. Mostrarme relaciones entre obras de distintas épocas y culturas que jamás habría descubierto por mí mismo porque no sé lo suficiente y jamás lo sabré.
4. Ofrecerme una "lectura" de determinada obra que mejore mi comprensión de la misma.
5. Arrojar luz sobre el proceso del "hacer" artístico.
6. Arrojar luz sobre el arte de vivir, sobre la ciencia, la economía, la ética, la religión, etcétera.

»De estos servicios, los tres primeros requieren erudición. Un erudito no es solamente aquel que posee un enorme caudal de conocimientos; ese conocimiento ha de ser valioso para los demás. […] En general, al leer a un crítico erudito se aprovechan más sus citas que sus comentarios.

»En cuanto a los tres últimos servicios, no requieren un conocimiento superior, sino una mayor lucidez. La lucidez de un crítico puede medirse por la novedad e importancia de sus preguntas, más allá de que uno pueda estar en desacuerdo con sus respuestas. Es probable que muy pocos lectores estén dispuestos a aceptar las conclusiones del ensayo ¿Qué es el arte?, de Tolstói. No obstante, una vez leído el libro resulta imposible ignorar las preguntas que Tolstói plantea allí.

»Lo que, enfáticamente, no le pido a un crítico es que me diga lo que tengo que aprobar o desaprobar. No tengo objeción a que me revele qué autores le gustan o disgustan; de hecho, me resulta útil saberlo, porque, teniéndolo en cuenta con respecto de los libros que he leído, me prevengo de asentir o disentir de sus veredictos sobre los libros que no he leído aún. Pero que no busque imponerme su ley. La responsabilidad de lo que escojo leer es mía, y nadie en el mundo puede escoger por mí...»

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