sábado, septiembre 26, 2015

El idioma "normal" nunca contará como literatura - Cynthia Ozick

«Las palabras que llegan con demasiada facilidad son las de la lengua de todos los días, y si bien se trata de las que el diálogo en la ficción busca repetir, no son las mismas de la prosa literaria. Incluso cuando el diálogo parece más coloquial, nunca ofrece simplemente la transcripción de una conversación real, con sus vacilaciones, repeticiones, titubeos, incertidumbres: debe ser formado, moldeado, organizado con ingenio y concisión, un simulacro astuto, pero todavía sólo un simulacro. El idioma “normal”, nunca contará como literatura.

»El mundo del libro lo disputan dos especies de escritores: los que aplican la prosa de segunda mano y los que no. Imagine un gran rollo de tela, no de lino o seda, sino de poliéster barato. El escritor de segunda mano corta piezas de la misma, capítulo por capítulo, cuento a cuento. Sin embargo, independientemente de lo que cosa con ellas, ya sea novela o cuento (o incluso poesía), siempre será poliéster. El segundo tipo de escritor aspira a convertirse no sólo en un escritor de gatillo fácil sino en algo completamente distinto: un escritor que también es artista. El arte literario combina lenguaje forjado de yuxtaposiciones frescas, de palabras que no se escuchan en el mercado o en la tienda de jardinería, con ideas y observaciones que, aunque un poco gastadas (porque todos los cuentos se han contado antes), nos parecen nuevas. Pero hay otro elemento al acecho que no puede ser nombrado o descrito, que va más allá del pensamiento y de la lengua que lo transporta. Una especie de halo de la intuición mezclado con perspicacia, un escurridizo velo de sentimiento que no puede ser deseado o planeado o incluso solicitado. Somos, sin embargo, conscientes de su presencia en, por ejemplo, La muerte de Iván Ilich de Tolstoi, o Campesinos de Chéjov, o La marca de nacimiento de Hawthorne, o en comedias del absurdo como Don Quijote o La importancia de llamarse Ernesto, de Wilde. Y ese es el inasible, insondable, indecible tercer elemento que hace el arte. En muy raras ocasiones, y sólo cuando una obra llega a su fin, puedo sentir un susurro fugaz de ese tercer elemento. Pero pocas veces, casi nunca; la escritura está a la altura de su reputación y de su verdadero nombre. Es un trabajo duro.»

fragmentos de una entrevista en El Cultural.

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