"Estoy sentado como un inválido en el desierto de mi deseo de ti. Me he acostumbrado a beber la noche lentamente, porque sé que la habitas, no importa dónde, poblándola de sueños".
Con las ganas de huir, con la certeza de que es tiempo de un viaje que él no había decidido, las horas se fueron desgranando mientras la lectura de Juan Gelman, Pesar todo. Antología, avanzaba: "Hay quien dice que es inútil/ porque no hay remedios,/ no hay farmacias del alma./ Hay quien dice que esta noche/ es igual a todas las noches./ Pero en esta noche canta/ lo que nunca tendremos/ y el pasado es un canario ciego/que te había visto".
Y ya es hora, le musita una sombra al pasar, al pasajero (todos lo somos). Y no hacen falta maletas. Y no hay retorno. Lo sé, no importa, dice él, ya no. Creo que ya no llegó.
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