Puse mi mano en tu herida
y supe que es verdad
toda la ficción
que inventamos la otra noche,
cuando morimos y resucitamos.
Santo por creer,
condenado por hacerlo a destiempo.
Pero volvería a pecar una y otra vez,
ternura.
Prójima, descarriada y santa.
Y que me vean sin reconocerme.
Y nos identifiquen
en nuestro beso
sacramental.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario