sábado, enero 08, 2011

De David Huerta


Durango, 2002
No diré de ti
cuanto sé, pues demasiado
es lo que ignoro
de tu caudaloso corazón
y de tus manos.

No desearé tu destino 

porque del mío vislumbro 

apenas una sombra 
proyectada en el muro: 
la silueta feroz de tus olvidos.

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