Por qué nos partimos,
por qué de pronto soy dos, tres, cinco pedazos
no puedo hacer que mis piernas me ayuden a llegar:
no tengo en realidad a donde ir
me puedo quedar aquí recostado
tantas horas que no tenga sentido contar
oigo los voces lejos,
aunque digan que están a mi lado
siento una bruma, la percibo
el cuerpo es ligero pero no se mueve
mis manos se quedaron en un cajón,
mi cabeza en la almohada,
mi espalda y costados en el sillón,
mis pies en el closet,
mi rostro en la ventana,
mi lengua en un bolsillo de la camisa,
mis orejas en el buró
tocan la puerta,
no puedo abrir
aunque intente decir que pasen
mi voz anda afuera con las nubes
y mi garganta está en el chorro de agua
de las llaves
al menos estoy vestido al menos,
el blanco parpadea y es azul y negro;
las calcetines verdes están en los hombros
y la lámpara es una antorcha
adherida a mi brazo
la habitación comienza a moverse
rechina fuerte, es un vagón que se va
¿a dónde?
¿a dónde voy si no estoy?
(Desde Filipinas, donde actualmente es embajador de México, Tomás Calvillo nos comparte este poema que formará parte de su libro Textos cercanos, que esperamos se publique durante 2010.)
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