"Porque sería una ofensa para una muchacha presentarle en un momento así una poesía, como si ella misma no estuviera suficientemente dotada de fuerza poética y no supiese comprender la poesía emanada de los acontecimientos, sin ser necesario ir a buscarla ya elaborada por el pensamiento de otro. En general, no se hace caso de esas cosas. Ella ha de querer leer ese libro y eso es lo que yo quiero. En el sitio donde fue leído por última vez mostrará un pequeño ramito de mirto, y comprenderá inmediatamente que ese ramito quiere decir más, mucho más que una simple seña para marcar la página".
Diario de un seductor
No hay comentarios.:
Publicar un comentario