miércoles, septiembre 17, 2008

Canto del Búho

[fragmento de Las Mil Noches y Una Noche]

Me llaman maestro de la sabiduría, ¡ay! ¿quién conoce la sabiduría?
La sabiduría, la paz y la dicha no se encuentran más que en el aislamiento.
En él, al menos, hay probabilidades de encontrarlas.
Desde que nací, me aparté del mundo.
Porque lo mismo que una sola gota de agua da origen a un torrente,
la sociedad da origen a calamidades.
Así es que no cifré en ella mi felicidad nunca.
Una cavidad de cualquier mina muy antigua constituye mi vivienda solitaria.
Allí, lejos de compañeros, amigos y allegados,
estoy al abrigo de tormentos y nada tengo que temer de los envidiosos.
Dejo los palacios suntuosos a los infortunados que en ellos residen,
y los manjares delicados a los pobres ricos que de ellos se alimentan.
En mi soledad austera he aprendido a reflexionar y a meditar.
Mi alma especialmente ha atraído mi atención.
He pensado en el bien que puede hacer y en el mal de que puede ser culpable.
He fijado mi atención en las cualidades reales e internas.
Así he aprendido que no existen alegrías ni placeres y que el mundo es un gran vacío erigido sobre el vacío.
Hablo oscuramente, pero yo me entiendo. Hay cosas que es funesto explicar.
He olvidado, pues, lo que mis semejantes tienen derecho a esperar de mí, y lo que yo tengo derecho a esperar de ellos.
He abandonado mi familia, mis bienes y mi país.
He pasado con indiferencia por encima de los castillos.
He escogido el viejo agujero de la muralla.
Me prefiero a mí mismo.
Por eso me llaman el maestro de la sabiduría.
¡Ay! ¿quién conoce la sabiduría?

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