viernes, septiembre 19, 2008

Aquella mañana

Aunque dicen que se movieron algunos vidrios, muchos candiles y letreros en esta desértica ciudad, las primeras imágenes me llegaron esa mañana gracias a la llorosa pero precisa descripción de miss Ruthita, la teacher de inglés de tercero de secundaria.

Ninguno de los alumnos habíamos sentido ni oído nada. Ella nos dijo que se despertó con el foco moviéndose de un lado a otro, y que había oído en la radio la tragedia. Todos los ojos muy abiertos, algunas bocas también.

Nadie tenía Internet en ese tiempo, y las noticias fueron cayendo como gotas a lo largo del día, de los días. De lo épico a lo trágico, de los milagros a las negaciones de Dios.

El año anterior no hubo gran hermano (aún). Ese año retemblaron los centros de la tierra.

Típico: a los pocos días ya se comercializaban en San Luis y en todo el país botes de alimentos que llegaban del extranjero para los damnificados.

Típico: se formaron grupos y se fueron a la capital a tratar de ayudar.

Típico: el gobierno se apoderó de la mejor palabra-significado de aquel año, solidaridad.

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