sábado, septiembre 15, 2007

El fin de la inocencia

El pueblo nunca se dio cuenta de que ya no lo era hasta que asesinaron al director de seguridad. El pueblo seguía empeñado en sus calles de adoquín, en su drenaje mal hecho, en expandirse sin planeación, en creer que todos sus habitantes se conocían a pesar de no recordar sus nombres. El pueblo, burgués venido a menos, seguía con sus fiestas y presumiendo su herencia colonial, queriendo que la humanidad lo reconociera, aunque descuidaba toda la tierra. El pueblo creía que si no hablaba del mal éste no se aparecería, y que invocando la aparición del progreso se transformaría sin dejar de ser pueblo.
Hoy todo son lugares comunes. Indignación, exigencia de justicia, miedo. Entrevistas o crónicas son redundancias. El pueblo no se enteró porque nadie se lo quería decir. Saber puede ser peligroso.

"El sueño acabó, ¿qué puedo decir?"
El pueblo se dio cuenta de que ya no lo es, de que llegó la modernidad.

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